979 770 649 centro@scjdehon.com

My Mission es una experiencia de voluntariado misionero que une juventud, fe, entrega y amistad. Es compartir vida, alegría y misión con otros jóvenes en lugares que lo necesitan —como Ecuador, Venezuela o Argentina—, siendo luz y sal, y construyendo algo único.

Hoy queremos compartir con vosotros un testimonio muy especial de Javier Fresno, que fue voluntario en Argentina este pasado verano.

¿Te imaginas que tu próxima aventura no fuera un viaje… sino una misión? 👉 Este sábado 25 se celebrará una charla online para todas las personas interesadas en participar en esta experiencia misionera. Es tu momento. Este es tu lugar. ¡Te estamos esperando!

 

💬 “Una experiencia que me ha cambiado por dentro”

 

¿Qué cómo ha sido mi experiencia en Argentina? Es difícil resumir con palabras lo que hemos vivido, porque ha sido algo que va mucho más allá de lo que se puede contar. Aun así, si tuviera que describirlo en una frase, diría que ha sido una experiencia que me ha cambiado por dentro. Cada día en Argentina fue único, intenso, lleno de momentos que me han dejado huella y que me acompañarán siempre.

Llegamos a San Martín el 16 de julio, sobre las 8 de la mañana. El viaje había sido largo y el cansancio se notaba, así que lo primero fue descansar un poco y organizar la casa que sería nuestro hogar durante los 32 días que hemos pasado allí. Los primeros días fueron un reto: adaptarse a una nueva realidad no fue fácil. Había costumbres y formas de vida distintas a las nuestras: comer prácticamente todos los días arroz y carne, no tirar nunca nada de comida, vivir en casas más humildes y descuidadas… Al principio costaba, pero con el tiempo entendí que ese modo de vida sencillo tenía mucho que enseñarnos.

La primera semana nos dedicamos a organizar campamentos para niños y jóvenes de las parroquias. El primero fue en Santa Rosa, una comunidad humilde a las afueras del pueblo. Allí descubrí lo poco que necesitaban esos niños para sonreír. Con juegos sencillos, dinámicas para conocernos y actividades adaptadas por edades, conseguimos llenarles el día de alegría.

Confieso que al principio pensé: “¿De verdad hemos venido desde tan lejos solo para hacer juegos?”. Pero poco a poco me di cuenta de que, a través de esos momentos tan simples, estábamos regalando mucho más: cariño, atención y un espacio donde sentirse importantes.

Conforme pasaban los días, empezamos a conocer a más jóvenes de la parroquia. Ellos se sumaban a los campamentos, nos ayudaban y compartían con nosotros sus sueños y proyectos. Recuerdo especialmente los ratos de oración y de conversación con ellos, donde nos hablaban de sus ilusiones, de las dificultades que enfrentaban y de su enorme fe. Fue increíble descubrir cómo, a pesar de todo, transmitían esperanza y alegría.

Uno de los momentos más duros y a la vez más transformadores fue conocer a los chicos del Hogar de Cristo: jóvenes que, desde muy pequeños, habían sufrido situaciones de pobreza, soledad y, como consecuencia, adicciones de todo tipo. Algunos habían comenzado a consumir drogas con tan solo 11 años. Escuchar sus historias fue un golpe de realidad. Me hizo valorar muchísimo más lo que tenemos y ser consciente de lo afortunados que somos por haber nacido donde hemos nacido.

También me enseñó la importancia de abrir los ojos y estar atentos a quienes nos rodean, porque muchas veces alguien de nuestro círculo cercano puede estar sufriendo y ni siquiera notarlo. Argentina me ha regalado mucho más de lo que yo pude dar. He aprendido a valorar lo sencillo, a agradecer cada detalle y a descubrir que la verdadera riqueza no está en lo material, sino en las personas y en el amor que compartimos.

Esta misión no solo me ha permitido ayudar, sino que me ha transformado profundamente y ha renovado mi fe. Hoy puedo decir con mucha certeza que Argentina ya forma parte de mí.

Testimonio: Javier Fresno, voluntario en Argentina este pasado verano